sábado, 26 de septiembre de 2009

EL ULTIMO DE LA FILA: LLANTO DE PASIÓN.

LLANTO DE PASIÓN


Me he acordado muchas veces de ti, y hoy he pensado en volverte a escribir.
Quiero contarte que buscando entre mis libros vi tus dibujos y casi te oí decir:
Hola qué tal Lico Manuel. ¿Qué tal? Vamos pero dando la vuelta.
Espera, no me cojas aún que está mi madre en el balcón.

Yo vivo en el mismo lugar. Existe aún aquel bar y el rincón donde solíamos hablar.
Donde escuchábamos nuestra canción.
Ahora ya no van a merendar los de la fábrica de gas. Ahora ya no hay palomas ni aquel gato que era cazador.
Arrancaron el árbol que hacía sombra en tu puerta.

Y casi te oigo decir: Hola qué tal Lico Manuel. Casi te puedo imaginar al ver tu firma en un papel
Aún te recuerdo, muchas veces pienso en ti. Y hoy he pensado en volverte a escribir.
Agua de lluvia, agua de días que vendrán... Me desperté sin ti, no volverás jamás.

Adiós Manuel, Lico Manuel, me voy hacia el fondo, al mar de la nada. Y yo aquí tendido estoy en este lecho de llanto.
Arriba, venga ponte de pie. Lo que pasó ya no existe. Pues bien, hace ya más de un mes.
Ahora mejor es olvidar.

Llanto de pasión. No recuerdo quién fue a la que tanto amé. Qué cansado que estoy. Recuerdos que al final
son un cruce de caminos. ¿Qué tal Lico Manuel?
Ya ves, vuelvo a donde empecé


LA PIEDRA REDONDA.



Lo que tengo lo llevo conmigo
en esta absurda bolsa y en este absurdo cuerpo,
lo que quiero está siempre tan lejos
quizá al final de este absurdo camino.

A veces, cuando el sol se va,
tiñendo de violeta la esquina del mar
comprendo que nunca tuve nada y que
muy probablemente nunca lo tendré.

Uuuuh!... Sólo el beso de tu voz en el alma.
Uuuuh!... Y el perfume de tu cuerpo a mi alrededor.

Me siento tan solo, no sé en qué dirección correr
como un pájaro raro, que llegó al festín de los monos.

Llévame, aire del camino
hasta donde nadie me pueda encontrar.
Llévame, aire tibio y azul
y abandóname colgado de tu luz.
En tu luz brillante de cuchillo
adivinaré la rosa y el clavel
Llévame, aire del camino,
hasta donde nadie me pueda encontrar.

A veces, cuando asoma el sol,
llenando de diamantes la quietud del mar
me doy cuenta de que siempre fue así;
siempre estuve solo y siempre lo estaré.

Uuuuh!... Cuántas veces soñando despierto.
Uuuuh!... Creo verte entre la multitud.

En algún lugar alguien debería escribir
que este mundo no es más que una enorme piedra redonda.

Me siento tan solo, que no sé en qué dirección correr,
como un pájaro raro, que llegó al festín de los monos.

Llévame, aire del camino
hasta donde nadie me pueda encontrar
Llévame, aire tibio y azul
y abandóname colgado de tu luz.

Y en tu luz brillante de cuchillo
adivinaré la rosa y el clavel.
Llévanos, aire del camino,
hasta donde nadie nos pueda encontrar








YA NO DANZO AL SON DE LOS TAMBORES

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